fredag den 26. februar 2016

Måske længere vandring før Compostelaet er i hus !

Der er nu debat i Galicien, om hvorvidt pilgrimme skal starte gåturen 300 km før Santiago for at få ret til et Compostela.
Compostelaet, der er et bevis for gennemført pilgrimsvandring, udstedes i dag til de pilgrimme, der går de sidste 100 km til fods til Santiago, hvor de fremviser et pilgrimspas med mindst to daglige stempler fra ruten de sidste 100 km. Ordningen med at kræve et vist antal kilometer blev indført for ca 30 år siden, da pilgrimsvandringen så småt for alvor tog fart efter mange år med meget få pilgrimme. Nu er der en debat i gang i Galicien, om hvorvidt kravene skal øges til 300 km til fods, før Compostelaet er i hus. Det vil i praksis betyde, at pilgrimme på den kendteste af ruterne, Camino Frances, reelt skal starte i Leon, hvor der er ca 310-315 km til Santiago, eller lige uden for denne storby. Pilgrimme, der går ind af Camino Portugues, kan ikke længere begynde i Porto, som det for de fleste, er tilfældet nu, da der her kun er ca 245 km til Santiago af kystlinien. Og Camino Primitivo fra Oviedo vil faktisk ikke være lang nok. Her skal pilgrimmene begynde et sted på Camino del Norte før Oviedo. Herunder et indlæg fra den spanske avis:
der meget tydeligt taler for en ændring af det nuværende 100 kms krav.
La Compostela: ¿Un certificado moderno?
José de la Riera 10/02/2016 05:0010 de febrero de 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Durante siglos de peregrinación, a los jacobeos se les otorgaba un certificado de confesión y comunión, independientemente de dónde hubieran comenzado su camino. No tenían, además, más que jurar por su peregrinación. Y, evidentemente, todo el mundo salía desde la puerta de su casa y ahí comenzaba a caminar. Y es exactamente eso lo que nos pide el cuerpo a la mayoría de asociaciones jacobeas: fuera distancia alguna, fuera burocracias de nuevo cuño en honor de no se sabe que estadísticas (turísticas y catedralicias) y que se lo den a todo aquel que recorra el camino con alma de peregrino. Pero fue a finales de los años ochenta del pasado siglo cuando el Cabildo de la catedral de Santiago lanzó esa nueva inventio, la realización de los últimos 100 kilómetros a pie del camino para la obtención de la Compostela, ocurrencia a todas luces de anteayer y con nula base histórica. Todo ello, que podría haber tenido su razón de ser hace 30 años, ha quedado absolutamente rebasado por las consecuencias actuales de la tal inventio: masificación en temporada alta, desesperación de los peregrinos de medio y largo recorrido, sobre todo extranjeros, locas carreras por coger cama, hostelería todo a cien, invasión descarada de touroperadores que ven en los 100 km su particular agosto y pérdida de los valores fundamentales de la peregrinación tradicional, todo en un ciego cortoplacismo capaz de desplumar cualquier gallina de los huevos de oro. Y ni siquiera se trata de una reducción del camino a Galicia (lo que ya es absurdo en un bien de raíz universal), se trata de limitarlo, con todas sus consecuencias, a una parte de Galicia. Porque sería bueno, ante la propuesta de la Fraternidad Internacional Camino de Santiago, desde luego abierta, de ampliar el kilometraje de la Compostela a 300 km, que todos aquellos buenos gallegos que han puesto el grito en el cielo cayeran en un proceso de sentido común o en una incontestable evidencia y se preguntaran si los concellos ahora excluidos, y no solo en el Camino Francés, tal cómo A Fonsagrada, Castroverde, Ribadeo, Mondoñedo, Vilalba, Triacastela, Samos, Pedrafita, Allariz, Xinzo de Limia, Verín, A Gudiña, Monforte, A Rúa y O Barco son gallegos o son marcianos.

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